Esta mañana de domingo me desperté tarde pensando en todas aquellas cosas que me hacen feliz, como un desayuno tarde en la cama, una buena conversación, pasear bajo el sol con uaja y quien se apunte… y hoy especialmente 8 de Marzo, dia de las mujeres trabajadoras, ir a la cita tradicional de todos los años donde encontrarte y desencontrarte con toda esa cadena de mujeres con las que has convivido y cohabitado la militancia en Madrid. Mi mama y puede decirse que toda el linaje de mujeres al que pertenezco siempre han sido feministas, en un sentido muy ligado a la tierra a la comida y al entorno social, con el que se confrontaban, cambiaban y creaban. Mujeres fuertes que se cuidaban entre si, cuidaban a los suyos y luchaban por “ser” ellas y tener libertad de movimiento y acción. Hoy acabe la manifestación bailando con mi mama, rodeada de gente querida, los perros de la casa y bajo un sol primaveral delicioso. Cuando tenia alrededor de trece años y estaba rodeada de mujeres colombianas, feministas y exiliadas, que te cada una te iba heredando sus inquietudes, sus discursos, sus certezas y sus dudas con lo que era “ser mujer en los ochenta”. Mi papa un dia de esos que caminábamos por Madrid me llevo a la sede de la asamblea feminista en barquillo 44. El no podía entrar y me insistió para que yo lo hiciera, que el me esperaría fuera. En ese momento con trece años no entendí muy bien y tampoco me gusto que mi papa no pudiera entrar en un espacio de mujeres. Pero quizás, lo que mas me dejo marcada, no fue que el espacio fuera solo de mujeres, sino que mi papa lo entendiera y respetará. Desde ahí no teniendo ninguna necesidad de entrar en un espacio, ni vivirlo con desdén, o agobio… sino como algo completamente lógico. Años después cuando habia varones diversos y mujeres que caían en ese fácil chantaje emocional de porque los espacios solo para mujeres, a veces me acordaba de mi papa y pensaba que no respetar los espacios y el deseo de un grupo era una forma de ejercer poder y coacción, recordando una supuesta “normalidad” de los espacios mixtos, que nunca ha sido muy proclive a fomentar y visibilizar a las mujeres. He heredado de mis padres valorar los actos acompañados por la palabra, estar con la gente, de una forma cercana y distante al mismo tiempo. Pero que no deja de estar llena de cariño y fascinación por las personas en general. No existen grandes discursos en esta herencia, ni tampoco un afán de protagonismo ni ansia de glorias ni poder, sin embargo si que existe una determinación por el cambio, por generar espacios de encuentro, por disfrutar de la comida, la música y hacer popular la cultura, saliendo de los círculos academicistas y estructurados. Estar en un vértice y ser vértice al mismo tiempo, vincular gente y desaparecer, ser prescindible y poderte refugiar felizmente en tu burbuja azul, después de un bonito dia de encuentros a escribir, aunque casi todas aquellas que conoces estén en la fiesta de la ochenta. Por eso en este domingo que acaba siento que mis pilas están mas cargadas para enfrentarme al mundo real con fuerza, con mi parcela del cerebro ocupada en mis cosas y otra como piloto automático para sobrevivir el dia a dia con ilusión, afrontar derrotas y vacunarme para hacerme mas fuerte a nuevas batallas… Hoy me siento muy feliz de ser mujer, de todas esas mujeres que salieron hoy a Madrid a bailar y gritar, de aquellas que probaron el delicioso curry con coco de Sophia en el Brunch. De las veinte que ocupamos la acera de embajadores 52 como buenas vecina y el coche de policía que paro, fue porque la mujer policía, creo que tenia la intención de irse a casa a cambiarse y volver, porque finalmente sonrió bajo las gafas y siguió su camino. Las mujeres que paseaban el domingo agarradas del brazo con su marido, nos saludaban felicitándonos el dia. Y todas pensábamos que nos merecemos una fiesta pronto… así que habrá que buscar un sitio donde pinchar.
